17 may 2009

Recuerdos animados


Hace unos días recordé algo que fue como un recuerdo que apareció por sí solo, en una intención voluntaria del recuerdo de ser recordado para alegrar a su dueño. Yo estaba hablando con unos amigos sobre ciertos temas, y de pronto solté una frase que cambió inmediatamente la línea por el que avanzaba la conversación, digamos que tomó una ruta insospechada, creada en ese instante y por la cual todos avanzamos con la mayor de las alegrías. Dije algo como que “sí, en esos momentos se parece a Pitufo Vanidoso cuando se mira en su espejito, con una flor colocada en su oreja derecha o izquierda, no sé, con una mano sosteniendo el espejo y su otra mano delicadamente levantada, viendo que se ve bien”.

No sé cómo pude pensar en esa comparación, en esa analogía tan infantil; por qué usar a un pitufo como recurso de comparación... De pronto alguien dijo, entre extrañado y dubitativo y un poco irónico, “¿Pitufo Vanidoso, y eso, parece que veías mucho pitufo?”, y otra dijo algo así como “acaso tu no veías Los pitufos, todos veíamos Los pitufos, era uno de los mejores, que pena que ya no lo pasen”, y alguien añadió un poquito más de leña al fuego de los recuerdos, diciendo que “sí, nada como los dibujos de los años ochenta, setenta y sesenta”. Y así empezó el recuerdo, que como dije, yo en verdad no tuve intención de recordar, salió de la nada, del inconciente, eso, del inconciente.






Y en verdad me alegró recordar. En esos años de los que me acuerdo que veía este dibujo, tendría unos siete u ocho años. No eran los años ochenta ni mucho antes, pero los dibujos sí lo eran. Eran los años noventa, durante el gobierno de un señor de ojos chinos pero de origen japonés que hoy, en estos precisos momentos, ya tiene seis años de alquiler gratuito en la cárcel y posibles veinticinco años más. Pero eso debe ser un poco triste para algunos así es que como decía eran los años noventa y yo era un niño fanático de los dibujos. En esos tiempos, los dibujos se veían en televisores pequeños, y para cambiar de canal y de volumen, uno se tenía que acercar hasta la pequeña perilla para darle vuelta de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Los canales en donde salían comúnmente los dibujos que recuerdo eran el trece, el cuatro y el cinco, si no me equivoco. Pero hasta ahora no hablo de los dibujos.

Los dibujos que más me gustaban y que me siguen gustando más, eran Los pitufos, El Rey Arturo, Los thundercats y Los transformes. Disculpen esta apasionada declaración de gustos pero la realidad es que esos dibujos han marcado mi niñez, han construido mi libro de recuerdos misteriosamente oculto en alguna parte de mi cerebro, y debo decir además que los dibujos de ahora no se comparan a los de antes, por lo menos no todos. Los de antes tenían una distinción particular, una diferencia en sus personajes, en sus ambientaciones, en sus historias o tramas o como quieran llamar a eso que contaban que en un planeta llamado Tercer Planeta, vivían unos seres extraños, o que en un bosque vivía una familia de pequeños duendecillos azules que dicen algunos era la representación utópica de la sociedad, o sea del socialismo, o que formaban una secta religiosa nada buena.

Pero bueno, en esos años yo era un niño y recuerdo que siempre me gustaba ver a esos seres extraños del Tercer Planeta, que en realidad era el planeta Tierra en un supuesto futuro. Esos seres extraños eran extraños porque eran mitad hombre y mitad felino. Había un león, un tigre, una chita, una pantera, un gato, y mí preferido era el león, es decir, Leono. Él era el líder, el que podía ver más allá de lo evidente gracias a su ojo, al Ojo de Thundera, el Ojo de la Espada del Augurio.

Leono me gustaba porque era el líder y a quién no le gusta ser el líder, más aún cuando se es niño. Pero la verdad la verdad quien me gusta más ahora es Chitara. Esto lo he descubierto hace unos años. Ha sido como un gusto secreto que hasta hace unos años aún seguía secreto, oculto por una timidez y vergüenza infantil, o más bien inocencia, que hoy ya ha desaparecido por completo y me ha permitido descubrirme y asombrarme al pensar en esta gata fiera con su cabello amarillo con manchas negras, ondulado y largo que baja hasta su espalda arqueada, de una silueta suave y fina que quién no quisiera recorrer, y con una sensualidad felina que brota por su rostro. Así la veo y me sorprendí la primera vez que la imaginé así.

Así, siempre con el gusto de ver a Leono o Pantro o Tigro o, como no Snarf, me sentaba en mi silla de madera armable, prendía mi televisor acercándome hasta la perilla, y escuchaba el inicio del dibujo, esa presentación a través de esa música que terminaba diciendo "Thundercats, los felinos... cósmicos", con un sonido de fondo pausado y largo.

Después, hay otro dibujo que también veía, aunque no tanto como Los thundercats. Lo evoco por una sencilla razón: influyó en los actos pueriles de un familiar. No sé que edad tendría. Era bastante chibolo, tanto que no me acuerdo. Pero lo sé ya que muchas veces mi mamá o mi papa siempre lo evocan, hasta ahora, cada vez que estamos de chacota, recordando cuando éramos apenas unos mocosos, unos niños bonitos, “lindos eran, y mira ahora”. “¿No te acuerdas?, siempre cogías tu espada, la levantabas y gritabas "¡yo… tengo el… puré!", dice mi mamá, mientras que mi hermano “(risa) sí, sí me acuerdo”, mostrando en su gesto un leve aire antiguo e inocente, de niño. Siempre sucedía eso, siempre sucede eso, casi siempre de la misma forma, cada vez que recordamos como mi hermano imitaba, alterando un poquitito la frase, a Hemán, el príncipe Adam.

Luego está el Rey Arturo. Aquí es necesario detenerme un rato y decir lo siguiente: este y Los thundercats eran los mejores. De este dibujo hay muchas cosas para traer a la memoria, como cuando Arturo aún muy chiquillo e inmaduro saca la espada incrustada en una roca y la eleva hacia al cielo; cuando aparece como rey y luego como un vagabundo y aventurero amigo de un gordo, un niño rubio y un loro hablador; cuando se va a escondidas y aparece luego con su armadura, su espada, su escudo y su caballo; o cuando se pone a luchar junto a sus amigos de armadura; y muchas otras cosas más; pero al menos yo tan solo con escuchar la música de entrada de este anime ya estoy por satisfecho.




oo